Había una vez seis hombres ciegos que vivían en Indostán,
que querían ampliar sus conocimientos y aprender cómo era un elefante, por lo
que decidieron que cada uno, por la observación del tacto, podría satisfacer a
su mente.
El primero, al acercarse al elefante, chocó contra su
lado ancho y fornido, por lo que en seguida empezó a gritar:
"¡Bendito sea Dios! ¡El elefante es muy similar a
una pared!"
El segundo, palpándole el colmillo, gritó:
"Oh! lo que tenemos aquí, es muy cilíndrico, suave,
y aguzado. Para mí esto es muy claro, esta maravilla de elefante es muy
parecido a una lanza".
El tercero se acercó al animal y tomó la trompa, la cual
se retorció en sus manos. Así, audazmente dijo:
"Yo veo", acotó, "que el elefante es igual
que una serpiente"
El cuarto extendió su ávida mano Y se posó sobre la
rodilla:
A lo que más esta bestia maravillosa se parece, es muy
llano", comentó él; "Es bastante claro que el elefante es semejante a
un árbol".
El quinto, que se arriesgó a tocar la oreja, dijo:
"Hasta el hombre más ciego puede decir a lo que esto más se parece:
Niegue el hecho quien pueda, esta maravilla de elefante
es igual que un abanico".
El sexto, en cuanto empezó a tentar a la bestia, asió su
cola oscilante.
"Yo veo", dijo él, "que el elefante es
como una soga".-
Y así, estos hombres de Indostán continuaron disputando
ruidosa y largamente.
Cada uno se mantenía en su propia opinión, siempre más
rígida y fuerte, por lo que no podían llegar a un acuerdo ya que, como podemos
ver, aunque cada uno estaba en parte en lo cierto, todos estaban errados.
(Tomado de la web)
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